martes, 5 de febrero de 2013

¿Qué sabes tú?

¿qué sabes tu, de mi soledad, de mis penas y mi amargura?
acaso ¿sabes tú? tu no sabes nada, si casi no se yo.
¿qué sabes tu, de mi realidad, de mis miedos y de mis dudas?.


La chica apuraba ya el ultimo cuarto de su quinto cubata, bebía para olvidar una realidad que la acomplejaba, que no estaba siendo justa con ella y cada día le costaba un mar de granitos de arena mas soportar. No sabía ya si la estantería en la que se sostenía el televisor caería y la haría añicos a ella y a su fragilidad o simplemente viviría para recordar un negro día más. En ocasiones, alguna noche, miraba al cielo y contemplaba las estrellas contándolas, imaginando que ese seria el numero de besos y arrumacos que alguna noche alguien llegaría para regalarle con el vano interés de que le fueran devueltos. Ya solo sonaba el hielo, cogió el paquete de camel y sacó el decimoséptimo cigarrillo de la noche, tenía la garganta seca y carraspeaba, pero ni le importaba ya, estaba más preocupada de soñar con una vida que no tenía. El viento soplaba fuerte y las persianas crujían, salió al balcón tambaleándose a fumar y contemplar una ciudad que la contemplaba a ella y a su decadencia anímica. Se preguntó que habría sido de todos aquellos que la insultaban y se mofaban de ella en los largos años de instituto. ¿Habrían triunfado en la vida o vivirían anclados en un trabajo que les devoraba hasta el alma? Al terminar de recordar a todos aquellos miserables activó la alarma de la mansión de la calle Doctor Rodrigo Baeza se desnudó y acudió a su lugar preferido... los sueños.